Versión de mito: Midas
Un buen día, llegó al pub de Midas uno de los mejores amigos de Dionisio. Enseguida lo reconoció este pues era devoto del dios. Le sirvió varias copas y llegada la hora de cerrar el local, bajó la reja, lo limpió y después de dejar todo listo para la apertura, tomó su coche y llevó a aquél hombre junto a Dionisio. Llegó tras un largo viaje a la morada de Dionisio. Pero no sin parar varias veces para limpiar los repugnantes vómitos de aquél embriagado hombrecillo.
Lo presentó ante su divino amigo y Dionisio, sumamente agradecido, concedió un don al amable barman. le dejó elegir el que él más deseara. Él, pensando en lo duro que era atender a una panda de borrachos noche tras noche para subsistir, no vaciló en decir que deseaba convertir en oro todo lo que tocara.
Le fue concedido el don y Dionisio le entregó una piedra para que pudiera comprobar que su deseo era una realidad. Cojió la piedra Midas y enseguida la piedra cogió un color amarillo brillante.
Partió de allí muy feliz, el camarero y enseguida que vio un "compro oro" vendió la piedra y algunas colillas que había recogido por el camino. Le pagaron suficiente dinero como para deshacerse de su destartalado coche y comprar el último modelo de Mercedes.
Con el dinero que le sobró, entró a una tienda china y compró cientos de relojes, pulseras, anillos y colgantes que con el solo contacto con sus manos se convirtieron en piezas de oro puro. No se percató de esto el comerciante asiático y le atendió sin sorprenderse.
Enseguida salió a vender las joyas para poder comprarse la casa de sus sueños con el dinero. Compró la casa y no tardó en sentir hambre. Entonces salió de su casa en busca de un restaurante y se sentó a comer en el primero que vio. Cuando le trajeron la pizza que había pedido cogió el cuchillo y el tenedor y estos se tiñeron de dorado. Se llevó un trozo de pizza a la boca y este se cubrió de quilates. Volvió a intentarlo Midas pero de nuevo se transformó la comida en oro. Tras intentarlo repetidas veces sin suerte, maldijo el momento en el que topó con ese borracho. Le entró también la sed y cuando cogió el vaso para tomar su coca-cola, la bebida se convirtió en oro líquido. En aquél preciso instante llegó un mensaje de su novia: "tqm, Midas". Enseguida fue consciente de que mientras no de deshiciera de este don que había resultado peor que una maldición, no podría volver a tocar y a besar a su amada.
Enseguida cojió su veloz coche y llegó en un santiamén a la casa de Dionisio. Le rogó que le liberara de aquél don. Dionisio le preguntó por qué no había pensado mejor su don y le dijo que no podía liberarlo así como así de él.
Primero debía deshacerse de todo lo que hubiera logrado gracias al don y repartir el dinero obtenido entre diversas ONG. Una vez hiciera esto, debía bañarse en las gélidas aguas que bañan Noruega. Estas le purificarían y se llevarían consigo el don. Así lo hizo Midas. No tardó en vender su casa, su coche y cuanto hubiera comprado con el dinero del oro. Cogió el primer vuelo a Noruega y se dirigió con urgencia a una zona costera. Allí en pleno mes de enero, se adentró en las aguas y estas se tiñeron de dorado. Salió del agua azul como un pitufo y tiritando. Enseguida tocó una concha y comprobó como su maldición había desaparecido.
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